Una pastilla azul, como la de la viagra, está revolucionando la lucha contra el VIH. Se conoce como profilaxis pre-exposición (PrEP) y con la famosa píldora para la disfunción eréctil no tiene nada en común más que el color. Se trata, en realidad, de un antirretroviral contra el VIH que hasta ahora se comercializaba con el nombre de Truvada para rebajar la carga viral de pacientes infectados. Pero la Agencia Europea del Medicamento ha aprobado un nuevo uso para este fármaco: como profiláctico —de ahí el nombre de PrEP— para evitar la infección de VIH en personas sanas que tienen relaciones sexuales de riesgo (sin preservativo): una pastilla antes y después de las prácticas de riesgo salva del contagio.

La eficacia de la PrEP está más que testada —reduce el riesgo de infección hasta un 90%— pero su implantación, entre otras cosas por el elevado precio del fármaco (400 euros al mes), genera muchas suspicacias. En EE UU, Francia o Inglaterra ya se receta. En España, sin embargo, espera el visto bueno de la Agencia Española del Medicamento.

En Cataluña, las entidades sociales llevan tiempo reclamando la PrEP. Especialmente reivindicativos son los centros que atienden a grupos de gran riesgo como el colectivo gay —en Cataluña se detectan unas 800 infecciones al año, dos de cada tres entre hombres que tienen sexo con hombres (HSH)—. “Cada día que perdemos, hay dos nuevos infectados en Cataluña. Con la PrEP en San Francisco se redujeron un 30% las nuevas infecciones”, advirtió Ferran Pujol, del centro comunitario BCN Checkpoint.

Fuentes de Salud Pública de Cataluña reconocieron que la PrEP es coste-efectiva y preparan un estudio de implantación sobre la medida. Los médicos piden un debate “sereno” porque la situación es compleja

Para empezar, quién sería beneficiario. La comunidad científica coincide en que la potencial diana son los HSH y mujeres transexuales que tienen prácticas de riesgo. Según GESIDA, el grupo de estudio del Sida de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas, son candidatos a la PrEP los grupos donde se registren dos o más casos por 100 personas al año. Esto es, HSH y mujeres transexuales que cumplan estos criterios: ser seronegativos y que en los últimos seis meses hayan tenido relaciones sexuales sin preservativo, un diagnóstico de otras infecciones de transmisión sexual (ITS) y/o consumo de drogas durante las prácticas sexuales, entre otros. Pujol calcula unos 1.000 candidatos en Cataluña. “No es para todo el mundo. Hay que priorizar”, advierte el doctor Pep Coll, investigador de IrsiCaixa.

El quién, dónde y cómo se administra también es complejo. Hasta ahora el Truvada como retroviral para seropositivos es de dispensación ambulatoria. Los expertos apuntan que la PrEP ha de ser prescrita por un facultativo previo control médico exhaustivo, aunque Gesida abre la puerta a que también se administre en centros comunitarios o de atención a ITS, con acceso más directo a los colectivos de riesgo. “Tiene que ir acompañado de información y dentro de un contexto de excepcionalidad. No puede convertirse en un modus vivendi. La PrEP no es para toda la vida”, advierte el doctor Josep Mallolas, de la unidad de enfermedades infecciosas del hospital Clínic.

Un método de prevención


El tratamiento, que podría ser diario o a demanda (24 horas antes y después de prácticas de riesgo esporádicas), requiere en cualquier caso un control exhaustivo porque su eficacia está vinculada a que se tome el fármaco. “Hay que asegurar la adherencia y someter a los pacientes a pruebas periódicas de ITS e informar de que es un método de prevención más dentro de una estrategia global”, apunta el epidemiólogo del Clínic, Toni Trilla. Además, la PrEP no está exenta de efectos secundarios. “La toxicidad es muy baja pero tras mucho tiempo de exposición, puede provocar afectación renal y ósea”, señala Bonaventura Clotet, director del IrsiCaixa.

Los expertos también temen que repunten otras ITS porque la PrEP sólo protege del VIH. “Es probable que aumenten otras ITS pero no hay que magnificarlo. Hay que instruir a las personas de la necesidad de uso del preservativo”, apunta Clotet. En cualquier caso, los médicos coinciden en que, en términos de salud pública, merece la pena para reducir el VIH, que no tiene cura.

Sobre quién asume el coste de la PrEP también hay disparidad. Los médicos advierten de que no sólo es el fármaco, cuya patente caduca el año que viene, sino también los recursos precisos para que la estrategia funcione. “Somos excépticos porque vamos justos de recursos”. Mallolas lamenta: “Tal y como va la sanidad pública, ¿cómo incrustamos una unidad de seronegativos y atendemos a estos pacientes con las listas de espera que tenemos?”.